A muchos de nosotros desde la más tierna infancia se nos corrige, se nos “amaestra” y se nos inculcan factores limitantes para frenar nuestro potencial.  Nuestras familias y educadores no lo hicieron de mala fe, es una mera cuestión de desconocimiento, de acatar las normas tal como vienen siendo hace siglos y no salirse de lo conocido no vaya a ser que “fallemos”. Y de esta manera vamos alimentando la desconfianza en nosotros mismos y en los demás. De ahí a desconfiar de las organizaciones y Estado sólo hay un paso. Que hermoso sería que se nos prestara atención y se potenciara todo aquello que nos hace seres únicos y valiosos. Una máxima de la PNL es que no existe el  fracaso sino el aprendizaje.

Vivimos en una sociedad donde se ha potenciado el valor de la humildad llevado a extremos tóxicos. Tal vez la ideas heredadas de la moral cristiana han conseguido erradicar cualquier intento de sobresalir en lo que somos realmente buenos. Es lo que mi maestro Gustavo Bertolotto denomina la educastración. Lo perverso de esto es que además la humildad mal entendida ha sido generosamente aplaudida por nuestro entorno y de esta manera se nos ha condicionado para no hablar ni reconocer nuestros logros y éxitos porque pudiera parecer pretencioso o pedante. ¿Por qué?.

Creo que la humildad bien entendida trasciende esos conceptos amurallados tras la falta de talento de quienes los propusieron en su día, la idea se ha perpetuado de forma vírica por todo el orbe sin ser actualizada. La humildad en su sentido cósmico no es más que una esfera de luz en la que todos brillamos, un aporte de nuestra pequeña gota de agua a la inmesidad de un océano lleno de maravillas. Sin un reconocimiento de nuestra propia divinidad y del lado luminoso de la misma no podemos entregarnos a lo que la vida nos pida.

Hoy en una sesión de coaching de transición de carrera a una persona afectada por un ERE me sorprendió el hecho de que en el trabajo que ha dejado nunca le han dicho lo que hacía bien !! nunca le han proporcionado un feedback para mejorar. Esto le ha creado ciertas inseguridades a la hora de expresar su valía. Es tiempo de cambiar, es tiempo de formar a los líderes para que den feedback constructivo y crear una cultura de reconocimiento genuino. Podemos mostrar nuestras capacidades sin necesidad de petulancia y podemos distinguirnos de 500 curriculums en competencia con el nuestro por medio del reconocimiento de nuestras fortalezas, ¿lo hacemos?.